| En el Salón Ramón Carrillo, en el marco del convenio colaboración recíproca entre la cartera social, a través del programa Promotores Territoriales para el Cambio Social, y la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, el Ministerio de Desarrollo Social realizó un acto de desagravio al edificio ubicado en la Moreno 711 de esta ciudad, lugar en el que durante la larga noche de la dictadura militar funcionó la Dirección Nacional de Publicaciones que dependía del Ministerio del Interior y en el que se planificaron la censura, la quema de libros y confección de las listas negras. Actualmente en el edificio se articula el programa “Promotores Territoriales para el Cambio Social”, del Ministerio de Desarrollo Social, destinado a promover la participación popular y la organización social. A partir de ahora el edificio tendrá en su entrada una placa que contiene grabada la frase “Más Libros, Más Libres – Memoria, Verdad, Justicia y Organización Social”.
Durante el acto estuvieron presentes el secretario de Organización y Comunicación Comunitaria, Alfredo Carazo, el subsecretario de Gestión Cultural, Pablo Wisznia, el director de Promotores Territoriales, Eugenio Reati, la jefa de Gabinete de Asesores de la cartera social, María Velázquez, la presidenta la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares, María del Carmen Bianchi, el director de Conducción Organizacional, Nahuel Beibe, entre otras autoridades nacionales y personalidades de la cultura.
Es importante recordar que en el edificio de Moreno 711 funcionaba la Dirección Nacional de Publicaciones, una repartición que dependía del Ministerio del Interior que conducía Albano Harguindeguy. Esta repartición pública se dedicaba a estudiar detalladamente las publicaciones y las expresiones de la cultura nacional como paso previo a censurarlas.
En el acto, en el que se descubrió la placa, Carazo, primero rescató para el campo de la cultura también a los más de 100 periodistas desaparecidos durante la dictadura militar y añadió que “la política nos proyecta en la construcción de un Proyecto Nacional, partiendo de la memoria, de lo que nos paso y lo que nos pasa. Hay que organizarnos con fortaleza para construir ese país más justo y solidario”.
Señaló también que “el libro tenía el significado de quebrar la cultura del país, y fíjense que en el edificio de Moreno no solamente estuvo la Dirección de Publicaciones, también previamente había funcionado una dependencia del Ministerio de Trabajo, y no es casual que el trabajo y la cultura fueran dos de los campos donde más golpeó la dictadura militar”.
Carazo significó que “la dictadura militar no fue solamente un proyecto económico y político, también fue cultural y hasta antropológico, se refirió a los hombres y sus ideas, para limitar hasta el infinito aquellos que osaran pensar. El libro y la cultura tienen que ver con la ideología y se emparenta con la política, y nosotros tenemos que ser fuertes en atalonarnos en la política que desde la cultura nos trae la identidad pero además nos impulsa en la construcción de un nuevo proyecto nacional y popular”.
En tanto Wisznia afirmó que “no es solamente un desagravio a un edificio que en el fondo parece ser sólo un montón de ladrillos, pero en realidad los edificios forman parte de nuestro patrimonio cultural. Porque la dictadura militar transformó una escuela militar, un garaje, una empresa automotor, entre otros, en un campo de concentración”. Agregó que este desagravio al patrimonio cultural “corresponde hacerlo y este Gobierno donde había un campo de exterminio como la ESMA, lo en un museo de la memoria y al Garaje Olimpo en un centro cultural”.
Por su parte el director del programa Promotores Territoriales, Eugenio Reati, sostuvo que “descubrimos lo que otros habían descubierto antes, que en el edificio ubicado en Moreno 711 de la Ciudad de Buenos Aires funcionó durante la última dictadura militar la Dirección General de Publicaciones dependiente del Ministerio del Interior a cargo del genocida general Albano Harguindeguy” y añadió que “para nosotros es realmente un compromiso y gusto llevar adelante esta actividad en el edificio en el que nuestro programa trabaja en el segundo piso; allí funcionaba durante la última dictadura militar la Dirección Nacional de Publicaciones el organismo que centralizaba la censura, la quema de libros y probablemente también la desaparición de personas a partir de la confección de las listas negras. Allí se prohibían libros, discos, películas, que previamente el pueblo había desarrollado en años y años de recreación de nuestra cultura nacional”. Aseguró también que este plan de exterminio cultural, político y económico llegó inclusive a la locura de prohibir libros infantiles porque “promovían ilimitadamente las fantasías de los niños”. |